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2 de enero de 2019

Bolsonaro asumió presidencia de Brasil

Pese a que demarcó una hoja de ruta durante su campaña, la conducción interna del país y su relación con los gobiernos de Latinoamérica y del resto del mundo se vuelven un enigma a la hora de visualizar cómo pondrá en práctica su gestión a contar de este 1 de enero. Académicos de la Universidad […]

Pese a que demarcó una hoja de ruta durante su campaña, la conducción interna del país y su relación con los gobiernos de Latinoamérica y del resto del mundo se vuelven un enigma a la hora de visualizar cómo pondrá en práctica su gestión a contar de este 1 de enero. Académicos de la Universidad Central y Universidad de Santiago, Samuel Fernández y Lucía Dammert, respectivamente, analizan para La Nación las implicancias de su mandato.

A poco más de dos meses de su elección, la que ganó con una mayoría de 56% al conquistar el voto de 57 millones de brasileños, el exmilitar y exparlamentario, de 63 años, reconocido por su perfil ultraderechista, Jair Messias Bolsonaro, tendrá a contar de este 1 de enero la ardua tarea de implementar los cambios que sustentaron su discurso de campaña en lo interno y recuperar el trono de la economía más robusta del Cono Sur.

Ese es el análisis que hace el académico de la Universidad Central y exembajador, Samuel Fernández, quien señaló a La Nación que la primera tarea del nuevo gobernante tras su juramento, que será presenciado por varios dignatarios, entre ellos el Presidente Sebastián Piñera, será demostrar a los ciudadanos que es distinto a sus antecesores, “considerando que siempre hay un espacio de diferencia entre la postulación y lo que puede hacer una vez en el poder”.

“En lo interno sus desafíos permanecen, vale decir, son muy altos en materia de seguridad, criminalidad, probidad, de terminar con una corrupción gigantesca y con una clase política muy desprestigiada que está con grandes figuras acusadas o en la cárcel”, subrayó.

Cabe recordar que la elección del polémico diputado del entonces Partido Progresista (PP) y que se afilió al Partido Social Liberal (PSL), fue propiciada por el escenario político, judicial y económico que enfrenta la potencia luego de los episodios de corrupción como la destitución de Dilma Rousseff, la detención de Luiz Inácio Lula da Silva, y el tambaleo de Michel Temer, quien deja el cargo con una baja popularidad pese a que ha enderezado la economía.

De ahí que su discurso marcado por la intolerancia en diversas opciones o situaciones de la sociedad brasileña, y que le valió una puñalada en pleno meeting de campaña en septiembre pasado, se torna esperanzador para todos los que buscan terminar con la impunidad de las acciones de las autoridades, y será puesto a prueba, sobre todo en materia de derechos y garantías.